Corría el año 1985 y Mike pasaba todo el día en el videoclub
del barrio esperando que llegaran los nuevos estrenos en VHS o simplemente para
hablar con Murray.
Murray era el dependiente
del establecimiento, versado en astrología y consumidor habitual de novelas de
ciencia ficción, disfrutaba contando
historias a los chavales que pasaban por el videoclub, historias que de alguna
manera actuaban como un rayo tractor, o eso le gustaba pensar a Murray, ya que
en realidad casi todos soportaban sus relatos para poder llevarse a casa el
estreno de turno de la semana. No era el caso de Mike que sólo iba por las
historias del extraño dependiente, olvidándose a menudo de las películas que le
pedía alquilar su hermano. El mejor día de la semana era el sábado, ya que Mike
podía pasar casi todo el día en el Videoclub con la excusa de esperar que
llegara algún nuevo estreno, incluso por
la noche cuando llegaba la hora de cerrar, Murray bajaba la persiana y se
relajaba, era entonces cuando las mejores historias surgían de sus labios. El
relato de aquél sábado parecía sacado de algún libro de los que leía Murray. Contaba la historia de un ser de otra galaxia
que tuvo que huir de su planeta natal por poseer una serie de habilidades.
Habilidades que sus congéneres querían que usara en contra de un enemigo
desconocido que amenazaba la existencia de todos ellos. Dichas habilidades salvarían
a todo el planeta pero el poseedor de las mismas pagaría un alto precio por
usarlas. De tanto en tanto algún cliente picaba la persiana para devolver
alguna película, cosa que interrumpía la narración de Murray y le daba más
emoción al relato. Murray podía
describir hasta la última arista de una nave espacial, hasta el último asteroide
de un sistema planetario, pero de vez en cuando en sus historias dejaba
detalles importantes incompletos, para mantener la tensión del relato pensaba
Mike. Ese era el caso de ese sábado, a Mike le parecía que había muchos cabos
sueltos, demasiados, se decía a si mismo recapitulando cuando algún cliente
interrumpía al dependiente. El relato terminó finalmente y dejó una mala
sensación a Mike, al cual no le gustó nada el desenlace en el cual el supuesto
salvador huía, y con él sus habilidades, dejando a sus iguales en manos de los
invasores, causando la extinción de su raza. Mike no aguantó más y dijo al
concluir el relato:
-Murray
ya sabes que tus historias me fascinan pero siento decirte que la de hoy no me
ha gustado nada. Parece incompleta, no entiendo el desenlace, ¿Por qué no salva
a toda su raza? Aunque el precio que tenga que pagar sea muy caro.
Murray
guardó silencio pensativo, como si intentara recordar el resto de la historia.
Pasados unos segundos dijo con un gran pesar:
-Lo
mismo me pregunto yo todos los días cuando cierro los ojos para dormir y veo
como toda mi raza se extingue y yo me quedo de brazos cruzados.
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