“Claro
Jhonny claro” le decíamos siempre que contaba alguna de sus historietas
increíbles. Todos hemos tenido un amigo o conocido así, de esos que tras
alguien explicar su experiencia en algo él siempre tiene una historia mejor.
Que este verano buceé con tiburones; Jhonny buceó con ballenas e incluso
llegó a tocarlas y a nadar con ellas; que ayer comí súper bien en un
restaurante; él comió en un restaurante mejor y, es más, le invitaron por
salvar a un hombre que se estaba a punto de ahogar por atragantamiento.
Así era Jhonny y así le aceptábamos, aún con todas sus mentiras. De vez en
cuando le gastábamos alguna broma que otra pero nunca escarmentaba. Era 1994 y nuestro grupo de amigos
en plena adolescencia vibraba con cualquier novedad en nuestras vidas, ir
al cine, a la hamburguesería, emborracharse por primera vez en las fiestas del
barrio, etc…. Nuestro punto de reunión era el videoclub del barrio en el cual
esperábamos ansiosamente las novedades de cada semana. Sobre ese año empezaron
a llegar películas de animación orientales a las que llamaban Anime, que
estaban teniendo mucho éxito en todo el mundo. Una tarde que estábamos todos en
el videoclub apareció el representante de esas nuevas películas con todo el
catálogo para la venta y alquiler en videoclub. Mientras mirábamos el catálogo
de Animes se nos ocurrió una broma que hacerle a Johnny. La cosa era sencilla,
uno de nosotros explicaría delante de él que un amigo de un amigo le había
contado que a un conocido de su hermana le había pasado algo muy extraño. Se
había comprado una de esas nuevas películas orientales de animación y después
de verla había desaparecido de su habitación sin dejar rastro. Pero eso no era
todo, pasados unos días apareció magullado y aterrorizado, explicando que había
estado dentro de la película de animación.
Así fue como lo explicamos cuando Jhonny pasó por el Videoclub, y al ser una
historia tan fantástica no pudo hacernos su clásica réplica con una historia
que superara a la nuestra, cosa que pareció irritarle como nunca habíamos
conseguido con las bromas que le gastábamos.
A partir de ese día se obsesionó con los Animes, se compraba todas las
películas como si buscara una película mágica que le transportara como la de
nuestra historia. Se adelgazó y siempre aparecía en el videoclub con el rostro
taciturno como perdido en sus pensamientos. Cuando estábamos casi a punto de
explicarle todo para que dejara esas obsesión con los Animes, Jhonny nos invitó
a todos a su casa para ver su última adquisición, que según el juraba y
perjuraba, les iba a transportar como al chico de la historia falsa. La
película se llamaba Doomed Megalopolis, en la portada aparecía una especie de
militar demoníaco. Jhonny nos recibió excitado repitiéndonos si estábamos
listos para un viaje alucinante, ese fue el momento en el que no pude más y le
expliqué la encerrona que le habíamos hecho. Todos le pedimos perdón y pareció
que no se lo tomó muy mal. Con una expresión de enfado pero a la vez divertida
nos reconoció que él también nos había engañado, no tenía ninguna película
mágica, sólo quería asustarnos. Así pues preparamos palomitas y nos sentamos a
ver Doomed Megalopolis. Era el primer Anime que veíamos y nos pareció
increíble. Se trataba de una historia de terror sobre el espíritu de un General
endemoniado que quería hacerse con el control de toda una ciudad. La película
estaba a punto de acabar cuando ocurrió algo extraño. Tras los títulos de
crédito volvió a aparecer el General y nos pareció oír que decía algo a nuestro
mentiroso amigo, pero no podía ser, hasta que Jhonny dijo gritando como si
estuviera poseído:
-Sí, son ellos ¡Llévatelos a todos!
Así fue como acabamos aquí, en una especie de limbo en la cual todo es como
de animación, esclavos de un General endemoniado que nos atormenta incluso
cuando dormimos. Lo último que recordamos de nuestra realidad es a Jhonny
mofándose de nosotros y diciendo “Claro Jhonny claro”.
Historias de videoclub -
“Claro Jhonny claro”
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