En Rostro de Calavera podemos encontrar un poquito de todo, antiguos hechiceros, extraños hombres lobo, monolitos misteriosos,
vampiros ancestrales y hasta un hechicero vudú africano. Una cosa no se puede negar
de esta selección de relatos, y es que rezuman Robert E. Howard por los poros.
La fecha del título puede ser un poco engañosa, ya que son relatos extraídos de
las revistas Weird Tales y Strange Tales de aproximadamente 1930.
Rostro de Calavera, que da nombre al libro, narra la
historia de Steve Costigan, un hombre venido a menos que regenta La Casa de los
Sueños de Yun Shatu en busca de un escape para su desastrosa vida, el opio. Sin
saber cómo se ve envuelto en un embrollo de magnitudes sorprendentes, en el que
destacaría dos personajes: Kathulos y Zuleika.
El siguiente relato es Cabeza de Lobo, una historia de
hombres lobo ambientada en una colonia Africana. Seguimos con La Piedra Negra,
un curioso relato de un estudioso que intenta descifrar el misterio de un
extraño monolito negro de otras eras. Su búsqueda lo llevará a
presenciar un horror inhumano. El Horror del Montículo, cuarto relato, nos sitúa
en la América de los pioneros y nos narra la profanación de una antigua tumba
india, por supuesto, maldita.
Para acabar tenemos Canaan Negro. Kirby Buckner vuelve a su
tierra natal al conocer que se prepara una revuelta en Canaan, una colonia
Africana. Con el precedente de una antigua revuelta que acabó en un baño de
sangre, Kirby tratará por todos los medios evitar la matanza. Con lo que su
única opción es acabar con el cabecilla de la gente de los pantanos, Saul Stark
un poderoso hechicero vudú Africano.
Antes de acabar me gustaría destacar un texto que se
incluye en el libro a modo de introducción. Un escrito que realizó H.P.
Lovecraft, en el libro se refieren a él como: “Texto original del Memoriam
publicado por primera vez con ocasión de la muerte de Robert E. Howard en 1936”
Después de leer esto queda evidente el apego y consideración que tenía hacia su
amigo, un gran escritor que por su prematura muerte, a los treinta años, no
llegó a desarrollar toda su obra. Una pena.
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