-Emergencias ¿dígame?
-¡Oh dios mío!
-Tranquilícese y cuénteme que ocurre para que le pueda ayudar
-¡Los ha matado a todos!
-Le repito que se tranquilice, ¿Cómo se llama?
-¡Y eso que importa! ¡Están todos muertos, muertos!
-Dígame donde se encuentra para enviar a los servicios de emergencias.
-Estoy en la costa sur de la Isla de Raft.
-De acuerdo, enviaremos ayuda lo antes posible.
-¿Ayuda, para qué? Ya no hace falta…- la conexión se cortó súbitamente.
La chica de emergencias inició las comprobaciones de rigor para verificar
la llamada, al tratarse de un accidente en la costa resultaría fácil usar
imágenes vía satélite. Activó su terminal de información, tecleó la ubicación y
en pocos segundos apareció la imagen de la playa en cuestión, se podía
distinguir una especie de cráter rojizo que surgía de un punto central. Pensó
en las clases que había recibido hacia años, y recordó que era el clásico
escenario de una explosión de bomba, cosa que no ocurría desde hacía muchos
años. Activó la alarma, llamó a sus superiores y comunicó las extrañas noticias
para que se pusiera en marcha el equipo de emergencias.
De haberse tratado de una emergencia normal habría acudido el típico equipo
médico, pero para este suceso acudió una unidad de combate de la F.I.I. Iban
equipados con los últimos artilugios de combate y médicos, desde rifles PEM a
sofisticados escáneres de ADN. El equipo se desplegó alrededor de los restos
humanos con el objetivo de encontrar pruebas de lo sucedido. Pasados unos
minutos sin encontrar restos de la posible bomba, uno de los militares que se
encontraba en el centro de la supuesta explosión, llamó a gritos a sus
compañeros.
-¡Venid aquí! Hay un niño vivo, que venga el paramédico.- El soldado
recogió con sumo cuidado lo que parecía un cuerpo humano y lo recostó en una
toalla. Le faltaban brazos y piernas, y el resto del cuerpo estaba lleno de
cráteres. El paramédico llegó y examinó al paciente.
-Esto no es posible, con estas heridas debería estar muerto. Traedme el
equipo médico- su expresión era terrorífica, se podría decir que había visto a
un muerto viviente. Le colocó sensores por donde pudo y luego activó el
dispositivo de diagnosis. Chisporroteó y zumbó, y luego se oyó la típica voz
metálica de los artilugios médicos.
-Constantes vitales críticas, el sujeto padece múltiples hemorragias, falta
de tejidos y órganos vitales. Probabilidad de vida: veinte minutos, se aconseja
aislar al paciente y trasladarlo inmediatamente al centro médico más próximo.
-¿Aconseja cuarentena?- le preguntó el paramédico al equipo de diagnosis
temiéndose lo peor.
-No hay señales de ninguna fuente de contaminación que no haya sido
expuesta anteriormente.
-¿A qué te refieres con “que no haya sido expuesta anteriormente”?- el tono
de voz mostraba incredulidad.- ¿Estás seguro? ¿Cuándo te hicieron la última
revisión?- el paramédico dio unos golpes al equipo que chisporroteó y zumbó
nuevamente.- ¡Maldita sea! ¡Dame un informe ambiental completo!
-Atmósfera contaminada por organismos desconocidos. Estimación de los
primeros infectados en tres horas. Virus de origen extraterrestre, mis sensores no
lo reconocen, - tras el informe del equipo médico todos se quedaron paralizados
unos segundos, hasta que el paramédico reaccionó.
-Rápido, traer un crio-sarcófago para el niño, tenemos que salir de aquí,
solo tenemos tres horas.- Dos soldados recogieron al niño, lo subieron a la
nave y tomaron rumbo al centro de emergencias, al mismo tiempo que el oficial
paramédico se comunicaba con las autoridades para iniciar el protocolo de
cuarentena en la Isla de Raft.
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