Seguimos con las peripecias de un séptimo hijo de un séptimo
hijo, ni más ni menos que Alvin Miller. En esta segunda entrega de la saga de
Orson Scott Card, Alvin y su hermano Mesura se verán envueltos en un malévolo
plan orquestado por el Deshacedor en su afán por acabar con el pequeño por
todos los medios posibles. Así como en la primera entrega el hilo conductor fue la
lucha entre la iglesia o cristianismo con la ciencia, en esta segunda el tema
central es la relación entre pieles rojas y hombres blancos, tanto Franceses
como Americanos. Las vivencias de Alvin lo llevarán a conocer Lolla-Wossiky y
su hermano Ta-Kumsaw, dos pieles roja Shaw-nee muy importantes por diversos
motivos.
La verdad que el inicio del libro se me hizo un poco pesado,
ya que estas primeras páginas se centran en mostrarnos la situación en la que
se encuentra el continente y todos los frentes abiertos entres Indios,
Franceses y Americanos. Me ha parecido
un libro bastante duro, hay varias situaciones muy extremas, me dejó una
sensación de pena bastante potente. Lo cierto es que Orson Scott Card sabe
tocar la fibra muy sutilmente y muy brutamente.
Al igual que en la primera entrega, me tiene robado el
corazón el universo que despliega el autor; los dones de la gente son cada cual
más curioso. El que más me sorprendió fue el de Napoleón Bonaparte (¡sí! Alvin
llega conocerlo) que hace que la gente que “toca” lo amen de tal manera y con
tal vehemencia que marcharían sin dudarlo a una muerte segura y terrible si él
se lo ordenara. En resumen la saga apunta algo muy grande, a mi parecer creo
que Alvin es algo cercano a un Dios que está en su fase de aprendizaje, que
dependiendo de sus acciones y decisiones se acercará más al mal (Deshacedor) o al bien (Hacedor). Para acabar deciros que daría lo que fuera por oír el canto
verde de la tierra y por poder correr como un piel roja, vaya que sí.
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