jueves, 29 de mayo de 2014

PÓRTICO (1977) FREDERIK POHL




En Sant Jordi del año pasado mi mujer se lanzó a la piscina y me regaló la que para mí es la mejor novela de ciencia ficción de las que he leído hasta el momento,  Hyperion de Dan Simmons. Así que en Sant Jordi de este año lo volvió a hacer, si bien no ha superado a Hyperion, le seguiría bien de cerca. Me descubrió una saga totalmente desconocida La saga de los Heeche con su primera entrega Pórtico galardonada con los premios Locus, Hugo, Nébula y Memorial John W. Campbell. La novela nos narra la vida de Robinette Broadhead, un prospector afincado en la tierra que se dedica a extraer petróleo de antiguas minas de pizarra para destinarlo al consumo humano.

 La vida de Rob cambia súbitamente cuando le toca la lotería y, sin pensarlo dos veces, se gasta casi todo el dinero en un billete para Pórtico. ¿Qué es Pórtico? Pues un meteorito que vaga sin rumbo alguno por el espacio, horadado por multitud de túneles que esconden en su interior cientos de naves Heechee. ¿Qué quiénes son los Heechee? Una antigua raza de la cual se sabe muy poco, ya que parece que dominaban y poblaban todo el universo pero desaparecieron sin dejar rastro.
Hay dos líneas argumentales muy diferenciadas; presente y pasado. En el presente Rob vive en la Tierra y acude cada día a terapia con su psicólogo robótico Sigfrid, y en el pasado se nos narra su viaje y estancia en Pórtico. No sé si hay alguna novela en la que se basara Stargate, pero ésta tiene muchas similitudes. Recientemente apareció la noticia de que se está preparando una adaptación para la pequeña pantalla de la saga al completo.


 Nos encontramos ante una novela que explora la mente humana y su funcionamiento en un entorno clásico de ciencia ficción y todo esto envuelto en una historia de amor muy potente. Vamos que siendo de 1977 encaja a la perfección en la nueva ola de filmes de scifi que cuenta historias comunes en entornos completamente ajenos, ya sean planetas, naves espaciales o futuros distópicos. Otra saga para cargar a mis espaldas, por suerte las tengo bien grandes.

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